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¡Hola! Si no nos conocen, somos una familia integrada por mi esposo Marco, nuestra hija Juli y nuestros 6 gatos: Manzana, Jícama, Arena, Tristán, Lolo y Romeo (el guapo tabby gris que vivió en el cat café de La Gatería hasta que tuvimos que cerrar, el pasado 28 de febrero).

Ya les platiqué la historia de las tres primeras integrantes de la manada felina; hoy les cuento de Tristán, el primer gato macho que llegó a nuestra casa. Era 2013 y acabábamos de adoptar a Arena en la Riviera Nayarit. Una noche, mientras trabajábamos atendiendo las redes sociales de La Gatería, nos topamos con un tuit pidiendo hogar para un lindo bebé gatito de cara tristísima: Tristán. Fue amor a primera vista; de inmediato escribí para que lo llevaran a la tienda. Al día siguiente, una bolita de algodón ultra suave y súper huraña llegó a nuestras vidas. Tristi tenía alrededor de mes y medio y provenía del mercado de Sonora, donde compartía jaula con otros desgraciados animales, perros y gatos. La persona que nos lo dejó (de quien no tengo nombre ni dato alguno) lo compró por lástima. ¡Quién sabe qué hubiera sido de él de otra manera!

Tristán tardó en dejarse tocar y jamás se ha vuelto manso, pero tiene maneras de demostrar su cariño, sobre todo por las noches. Es el gato más vanidoso del mundo y se sabe guapísimo; a veces sale con las visitas para pavonearse y dejarse acariciar. Aunque no se deja cepillar y su pelo es largo y suave, jamás ha tenido un nudo en su vida, porque se cuida muchísimo. Se lleva bien con los demás gatos, sobre todo sus hermanos machos.

Les dejamos algunas fotos para que lo conozcan.

La primera foto de Tristán, con la que me enamoré de él y decidimos adoptarlo.

El pequeño Tristán y la niña Arena.

De puberto.

Tristán y Arena.

¡Miau!

zzzzzz…

El más galán.